domingo, 31 de enero de 2010

Situación de los pueblos indígenas considerando sus derechos en el ámbito internacional.

Es interesante la presencia de 350 millones de indígenas en el mundo. Esto por muchas razones. La primera es que sus derechos jamás han sido reconocidos ni respetados en ninguna parte. Otra, es que representan expresiones muy ricas de diversas culturas, idiosincrasias, cosmovisiones únicas, saberes y realidades. Por un lado , lamentamos su situación: y por otro, nos regocijamos al darnos cuenta de que han sobrevivido, a un proceso sistemático de exterminio – por parte de quienes en los diferentes países donde ellos habitan- poseen el poder económico y político; y un control estricto y excluyente de una cultura en la que no está contemplada su inserción. Me parece preocupante –aunque no me extraña – que en 2006 en la Asamblea General de la ONU, la propuesta sobre los Derechos de los Pueblos Indios no haya sido aprobada por un pequeño grupo de países. El texto no lo menciona… pero déjenme adivinar: “Los que se opusieron fueron los países ricos; aquellos que utilizando los tentáculos del capitalismo salvaje y depredador se han ido apoderando del mundo… aquellos a quienes los indios les estorban para sus perversos fines económicos. Neoliberalismo, globalización, colonialismo cultural e ideológico; en pocas palabras: destrucción de pueblos, culturas e identidades. Quieren quedarse con sus tierras y sus recursos naturales. Y para ello, la presencia del indio es indeseable. Hay qué hacer todo lo necesario para que dejen de existir… Desde mi punto de vista… así reza la lógica descarnada de quienes se oponen al reconocimiento de los derechos indígenas”.

Qué otra cosa podría esperarse de un mundo regido por unos cuantos y que está signado por el desprecio y el rechazo hacia todos los que son diferentes. ¿Acaso el mayor pecado de los pueblos indígenas no ha sido el ser distintos? Su vulnerabilidad es obvia en los contextos políticos y económicos de las sociedades actuales. Pero también es admirable su capacidad de adaptación y sobrevivencia. Esto lo han demostrado en sus expresiones culturales, en sus formas de organización y en su capacidad de resistencia. En todo su ser y su existir, se han revelado su nobleza, su carácter indómito y su reciedumbre. Y esta apreciación es válida para los indios de todos los países donde los hay, de todas las culturas y de todas las latitudes. Es significativo que México sea en América, -junto con Bolivia, Guatemala, Ecuador, Perú…de los países donde hay más concentración de población indígena. Pero también es altamente preocupante, que las condiciones sociales en que han permanecido, sean también, similares. “Permítaseme hacer un inventario -aunque sea doloroso confrontarnos con esta multiplicidad de realidades-, que muchas veces, hemos perdido ya, la sensibilidad de ver: pobreza extrema -los más pobres entre los pobres- desnutrición, analfabetismo, mortalidad infantil, muertes por enfermedades curables, y por parte de los gobiernos y otros sectores: explotación, desprecio exclusión, discriminación, segregación, exterminio y rechazo sistemáticos, represión hostigamiento, intolerancia y violaciones a los derechos humanos, entre otros. La realidad supera y con mucho esta descripción… los indios no me dejarán mentir. Además, es necesario puntualizar, que los problemas y situaciones señaladas en la mayoría de los países, -no son privativos de la población indígena-; sino que muchos de ellos, son compartidos en mayor o menor medida por otros sectores de la población que no pertenecen a ninguna etnia…” Por ello, La Declaración de Tepoztlán y muchos otros eventos de carácter no gubernamental o institucional, -en México y en otros países- han abierto desde hace mucho tiempo la posibilidad de reforzar la lucha por el rescate de los derechos y la dignidad del indio. Estos espacios les harán ver a los indígenas que no son indigentes ontológicos, que no están solos; que hay muchos hermanos indios y no indios en otras partes que han compartido desde siempre sus mismas carencias, problemas y aspiraciones. Es decir, la aspiración de ser un elemento decisivo y constructor en un mundo que le ha cerrado las puertas para demostrar todas sus posibilidades.

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