domingo, 31 de enero de 2010

El bilingüismo y la situación de los estudiantes que provienen de amnientes vulnerables.

Bueno es que se reconozca la necesidad y existencia de varias lenguas al interior de un país, en alusión a la afirmación aquella de que una lengua por país o por individuo ha dejado de ser válida. Eso es señal de inclusión y aceptación de la diversidad de las culturas humanas y de su desarrollo como expresiones propias. Por ello, el tema que hoy nos ocupa lo abordaré considerando la cuestión del bilingüismo en los alumnos originarios de contextos socioeconómicos en situación de desventaja, y algunos otros puntos que tienen que ver con el aprendizaje y la enseñanza de una segunda lengua.
Bilingüismo, propiamente dicho, en el C.B.T.a. No 138, no lo hay. Pero sí cabe señalar que Zacatecas es un Estado que está marcado por el terrible problema socioeconómico de la emigración, que tiene muchas aristas, que en determinado momento, pueden ser contempladas u objeto de análisis económicos o sociológicos entre otros. Consideraré únicamente, algunos tópicos que tiene que ver con la cuestión del bilingüismo. Si es que puede denominarse así, a un fenómeno sociocultural que no tiene un peso específico como instrumento de comunicación en la región y en la escuela a las que me he referido. Es significativo resaltar, que cuando emigran familias enteras y hay niños que crecen en los Estados Unidos de América o son nacidos allá, lo normal es que desde los primeros años hablen dos lenguas porque han estado sujetos a dos influencias lingüísticas: la del Español aprendido de los padres y la del Inglés, asimilado naturalmente en los procesos de intercambio experimentados en aquellos contextos. En tales circunstancias, los pequeños de diez o doce años, utilizan con fluidez terminología básica de ambas lenguas. Cuando regresan a sus pueblos, estos aprendizajes de otras lenguas, a nivel colectivo carecen de significado alguno. Es decir no trascienden. No hay ninguna influencia de la población emigrante como germen de bilingüismo a nivel colectivo. Permanece como una experiencia individual y aislada. En el caso de los padres, en su condición de adultos, la asimilación idiomática y cultural, raras veces llega a prosperar.
El aprendizaje del Inglés en nuestras escuelas, ha sido un hecho pedagógico que ha mostrado cosas interesantes. La primera es habernos permitido constatar lo complicado que es interesar a los estudiantes en una lengua que no es la propia, cuando se pretende enseñarla fuera de contexto. Lo poco que los alumnos aprenden, se da más en forma mecánica, que como resultado del gusto y de una comprensión integral. De tal manera que los logros son magros y muy alejados por tanto, de algo que pudiera denominarse bilingüismo. En este hecho tienen que ver muchos factores, tales como la condición socioeconómica, la inexistencia o escasez de medios en las escuelas y el pretender asimilar una idiosincrasia o cultura que no es la nuestra y como imposición económica-colonialista. Referente a esto, no hay que olvidar que uno de los instrumentos de dominación de un pueblo sobre otros, es el idioma. El resultado de las situaciones señaladas ha sido -salvo rarísimas excepciones- los bajos aprendizajes. Y esto lo afirmo con conocimiento de causa, ya que además de la información que he recavado de otros profesores, he vivido temporalmente algunas experiencias en la enseñanza del inglés, lo que me ha permitido, efectuar deducciones interesantes. Quizás la más significativa, es la influencia negativa que ejerce la inexistencia de vínculos de identificación cultural con esta lengua. Yo me pregunto: ¿En virtud de qué se podría aprender algo que se experimenta como totalmente ajeno a los intercambios sociales y lingüísticos vividos?

De una población de trescientos cincuenta alumnos, en mi centro de trabajo, sólo uno es bilingüe. Y quiero mencionar brevemente lo que descubrí. En las clases de -
Inglés se cohibía, sentía pena de que sus compañeros monolingües, se percataran de que hablaba bien otra lengua. Esto me lleva a pensar, que en determinadas circunstancias el contexto social y cultural inhibe, retrae las habilidades potenciales en la adquisición o expresión de una segunda lengua. Por otro lado, también advertí que hay una natural resistencia –diría yo- al aprendizaje del Inglés. Los alumnos le temen tanto como a las matemáticas. Mi hipótesis es que este rechazo es desencadenado básicamente, por las asimetrías existentes entre su fonética y expresión escrita; lo que ha dado lugar a problemas didácticos irresueltos todavía en los procesos de enseñanza-aprendizaje de esta lengua. No obstante, las transferencias positivas, el bilingüismo Español–Inglés, en tales circunstancias, sigue siendo una realidad muy remota todavía. Descubrí otra cosa que me llamó la atención: cuando los estudiantes captan el grado de dificultad en el aprendizaje del Inglés, disminuyen su interés en él y se alejan gradualmente. Pero a modo de compensación, le dan más tiempo, prioridad y esfuerzo a otras asignaturas con las que tienen más puntos de identificación. Aunque no hay qué soslayar que gran parte del problema se centra también en las insuficiencias de infraestructura y equipo. Las carencias han sido un estigma que obstaculiza permanentemente los avances en el terreno pedagógico, además de otras variables, que determinan en buena medida la situación señalada.
Pero volviendo al meollo del asunto que nos atañe, es de particular relevancia la cuestión aquella de que es más fuerte la cultura tradicional y popular que la influencia del inglés en los contextos de origen. Por este motivo, en el caso del aprendizaje de esta lengua, sólo se ha conseguido con enormes esfuerzos, una posesión mínima de habilidades significativas. Por otro lado, he corroborado -aunque no sea nada nuevo tampoco- las consecuencias severas del perfil socioeconómico de los alumnos en sus aprendizajes. Cabría en tal sentido, hacer referencia a lo afirmado alguna vez por el psicólogo humanista Abraham Maslow, que en su jerarquía de necesidades humanas, establecía el principio general de que el individuo no puede buscar la satisfacción de necesidades de orden superior, como las intelectuales, espirituales, etc., si no han sido satisfechas previamente las necesidades básicas, biológicas o de seguridad. Qué urgencia habría de aprender otro idioma, cuando hay carencias próximas de índole cognoscitiva que exigen ser resueltas, y que además comportan el rasgo distintivo de estar asociadas a su propia lengua. Si aceptamos la premisa de que el lenguaje, es algo que se construye a través de la experiencia, entonces hay una razón suficiente para que protejamos nuestras lenguas y culturas autóctonas, antes de ocuparnos en el estudio de lenguas ajenas o de discutir sobre los efectos favorables de la metacognición en los aprendizajes, o de las consecuencias filosóficas de la “estructuración” o la “extrema abstracción” de Chomsky. De nada serviría todo esto –aunque en sí mismo sea valioso- si nos olvidamos de fomentar nuestras raíces lingüísticas y del reforzamiento de nuestra identidad cultural. Un experimento formativo nada desdeñable, pudiera ser la enseñanza de lenguas prehispánicas en todos los niveles educativos y escuelas públicas, de manera paralela al inglés o a cualquier otra hierba maligna. Entonces veríamos lo que sucede. Así que si quieren, seguiremos discutiendo sobre bilingüismo, semiótica, filología y otras lindezas mientras la auténtica cultura mexicana agoniza y sus lenguas mueren… olvidadas por quienes deben rescatarlas y salvaguardarlas.

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