jueves, 21 de enero de 2010

Comentarios a la aventura de ser maestro.

El texto de Esteve me parece bueno, porque refleja gran parte de los problemas que tenemos en las escuelas, pero también las distintas etapas por las que hemos pasado a lo largo de nuestra historia laboral. A mí me llamó especialmente la atención la cuestión de la formación de nuestra identidad como profesores. Si la formación de la propia identidad como personas pasa por un sinnúmero de tropiezos y retrocesos -aún en la edad adulta- para que podamos observar niveles de integración deseables; es claro que la conformación de la identidad profesional -aunque no sea en el mismo sentido- presenta dificultades semejantes. Esto lo digo, porque considero que no se reduce solamente a la adaptación mecánica e irreflexiva a un rol socialmente establecido, sino a que asumamos en todos los sentidos las consecuencias del ajuste a ese rol.

Comentario 1.- Como en cualquier quehacer humano, en la docencia, la práctica suele definir su ritmo de avance; porque a través de ella nos damos cuenta de los aciertos y de los errores que cometemos. Y al observar con espíritu crítico el sentido de la misma, transformamos la manera en que hacemos las cosas. Entonces fortalecemos las que nos dieron buenos resultados -y modificamos o eliminamos- aquéllas que no funcionaron.
Comentario 2. A través de una perspectiva adecuada el ejercicio de la docencia, será una experiencia en la que podamos crecer de forma permanente; es cuestión de implicarse y entender que los resultados no siempre aparecen en forma inmediata.

Comentario 3. Ser docente es, muchas veces, un sorbo agridulce; sobre todo los primeros años de trabajo que es cuando se presentan dudas de tipo vocacional y experimentamos temores. Pero terminamos por superar esta etapa. Nos identificamos con el rol y la parte constructiva tarde o temprano hace su aparición. Pero es necesario aclarar que los problemas –sobre todo los de tipo pedagógico- nunca dejan de existir. Se es profesor para resolver problemas intentando educar a otros... aunque esto significa también que al educar o instruir a los demás nos reeducamos y reinstruimos nosotros mismos simultáneamente.
Comentario 4. Para que la escuela efectivamente devenga en un sitio adonde vamos a aprender, es necesario estar abiertos a esta posibilidad y ser receptivos, amar lo que hacemos, admitir que si actuamos y tomamos decisiones estamos expuestos a equivocarnos. Hay que admitirlo con sinceridad y corregir. Los beneficiarios inmediatos serán los alumnos.
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Comentario 5. Si la educación no humanizara e hiciera mejor a la gente, entonces no tendría ningún sentido ni razón de ser. Educar es humanizar, P. Freire insistió mucho en esta cuestión.

Comentario 6. Si no descubrimos el carácter lúdico en el ejercicio de enseñar o de crear las condiciones para que otros aprendan, el contacto con los alumnos termina por resultar un martirio. En este sentido, hay que revisar de manera permanente el manejo de nuestras emociones para darnos cuenta de los niveles de placer o goce legítimo que experimentamos en ello. Así sabremos en qué dirección reorientar la brújula.

Comentario 7. La cuestión de la identidad profesional me parece bastante importante, porque de ella va a depender la forma en que nos desenvolvamos en la práctica docente. A este respecto quiero señalar que considero que no es algo que podamos configurar en un espacio de tiempo determinado o a merced de determinadas experiencias extraídas como si fuesen recetas Pero tampoco es algo estático que una vez que -según nosotros- la hayamos alcanzado permanezca estática, sin experimentar en los sucesivo transformación alguna. La identidad profesional es como la realidad misma en su sentido más pleno y universal: sujeta a variaciones permanentes. Si somos conscientes de estos cambios, podremos encauzarlos y evolucionar profesionalmente de manera más rápida y hacer mejor nuestro trabajo.

Comentario 8. El principal problema que me he encontrado en la práctica de la enseñanza es cómo interesar a los alumnos en los contenidos de aprendizaje. Los contenidos de los programas pocas veces responden a los intereses y necesidades reales de los estudiantes. Porque los contenidos están pensados desde otra lógica; desde el poder, desde un paradigma de sujeto social, desde una determinada concepción del hombre y de su función en la estructura del Estado, desde las necesidades del mundo de la productividad, desde los fines políticos de quienes ejercen el poder etc. Así las cosas, Motivar a los alumnos en lo que deben aprender se transforma en un reto de enormes proporciones, pues esos contenidos terminaremos arrojándolos sobre sus mentes y conciencias, cual saetas de “violencia simbólica”, en el sentido en que lo dijera Pierre Bourdieu, sin que esto tenga qué ver con lo que ellos desean.


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