miércoles, 27 de enero de 2010

Respuesta a pretextos para desarrollar competencias.

Compañera María Estrella: Foro. Pretextos para competencias.
En esto de la cuestión educativa, el problema en primera instancia, no es no es de enfoques, métodos, planes, programas, ni modelos, es de actitud. Estar dispuesto, por lo menos, al intercambio de ideas constituye siempre un buen inicio, porque revela interés y preocupación... conciencia de una responsabilidad humana voluntariamente elegida. Es honesto admitir, que no es sencillo responder de manera fehaciente a sus interrogantes, aceptando por supuesto, la complejidad de este asunto que nos atañe a todos como profesores -y que trasciende incluso nuestro ámbito de competencia- porque involucra a autoridades de otros niveles, que son quienes efectivamente toman las decisiones y marcan los derroteros principales, al margen -desafortunadamente- de lo que el profesor común considera como deseable y necesario. De cualquier manera, y hechas estas salvedades, intentaré esbozar alguna idea que pudiera servir como punto de partida para una discusión más profunda; sin pretender en modo alguno, que ésta se asemeje a la invención del agua tibia:
Reconociendo de entrada, que el problema educativo de nuestro país, no va a resolverse contemplando soluciones únicas que sean consideradas como fórmulas infalibles. Sobre todo sin haber previsto -por lo menos- sus repercusiones a mediano y a largo plazos. Esto equivaldría, a asumir la realidad en que nos desenvolvemos como si fuera una fatalidad. Si nos preciamos de ser educadores, no debemos admitir "recetas" o modelos incontestables -vengan de quien vengan- ni aunque proviniesen del presidente de la república. Sería conveniente estructurar a nivel plantel, programas instruccionales en los que le concediéramos mayor preeminencia al desarrollo de la persona humana, de su dignidad y de sus derechos; y que además, los alternáramos con la educación basada en competencias; que en sí misma, -dicho sea de paso- no tiene nada de malo; aunque yo la vea tullida, cojitranca, paticoja, segmentada y cascorva en virtud de que no considera al ser social en su totalidad.
Esto implicaría, entre otras cosas, no educar sólo en función de competencias que persigan la inclusión de un sujeto a un sistema productivo dado; eliminando otras dimensiones de las personas como las emociones, los sentimientos, los contextos socio-históricos en los que han concretado sus intercambios vitales y que han conformado a lo largo del tiempo, los contenidos de su conciencia, sus aspiraciones y posibilidades de expansión. Yo incidiría en todas aquellas actividades y formas de relación escolar que sirvan para despertar la curiosidad de los estudiantes, el deseo de saber, pero que den respuesta a sus intereses y potencialidades reales. Tendríamos que renunciar a encajonarlos a todos dentro de un proceso único, como lo hemos hecho hasta ahora. Se nos olvidan con frecuencia las diferencias individuales, la singularidad e irrepetibilidad de cada uno de los seres que llenan nuestras aulas y que son nuestra razón de existir. Y merced a este olvido -involuntario quizás por una parte y propiciado por otra- procedemos de manera mecánica metiéndolos a todos en un mismo costal como si fuesen cosas y fustigados por nuestro ajuste al deber ser.

Generalmente nos conducimos así, porque tenemos que cumplir con un programa de estudios, de seguir una metodología y una ruta teórica que ya nos han sido prescritas, de vigilar el desarrollo de las competencias que ya nos han dicho cuáles son. Para terminar -que no concluir- diré que no sería malo creer en la conveniencia de fortalecer el colectivo de los profesores a nivel escuela -aunque esto vulnere la verticalidad de la autoridad- formulando y poniendo en marcha un proyecto que cristalice las propuestas de todos en el sentido señalado; diversificando y enriqueciendo lo más posible las aportaciones, sin eliminar jamás el derecho a disentir. Soñar no cuesta nada...
Me dio gusto haberla saludado. Patricio Moreno C.

Wendy y compañeros todos.
Después de saludarlos con afecto, quiero decirles que yo creo que no está nada mal la propuesta de la educación basada en competencias laborales, la teoría constructivista, los nuevos roles de profesores y alumnos etc etc. Pero bueno sería no perder de vista el carácter renovador que invariablemente debe de tener el quehacer del maestro en el contexto donde desarrolla su función social. De hecho, debe de ser una de las más esperanzadoras a efectos de liberar a los educandos de la opresión y la ignorancia de que son víctimas. El término liberación lo empleo en el sentido en que lo expresara Paulo Freire alguna vez. Si el proceso educativo y el quehacer del maestro no sirven a este fin, quiere decir que educar responde a otros propósitos que tienen que ver con los intereses del Estado. Como educadores hemos de ejercer invariablemente nuestras posibilidades de modificar la conciencia de quienes pretendemos enseñar, a efectos de no transformarnos en instrumentos pasivos, en hacedores de un rol alienado. Debemos analizar concienzudamente hacia donde vamos con este proyecto educativo y si realmente devendrá en un mecanismo de crecimiento y expansión humana. Esto lo digo, ¡porque me entristece ver las participaciones de todos ustedes convertidos ya en apologistas de un modelo instruccional que ha emergido de las entrañas del libre mercado, de los procesos globalizadores, del imperialismo norteamericano y del gran capital internacional! Esto implica -evidentemente- haber arrojado ya al cubo de la basura nuestra identidad histórico-cultural, el ser del mexicano al que debiera responder una educación auténticamente nacionalista. Es un proyecto de formación humana subordinado a los intereses de la economía. ¡Y los veo a todos ustedes muy satisfechos parafraseando a pie juntillas lo que dicen los documentos oficiales pero sin expresar ninguna idea propia! Pero síganle... así van bien. El día de mañana despertarán y se darán cuenta de que los que ayer fueron sus alumnos, estarán incorporados ya, a los procesos de producción en las fábricas o en las maquiladoras, convertidos en autómatas, muy eficaces en la realización de una tarea técnica pero incapaces de pensar y de cuestionarse el orden social, mucho

menos de convertirse en agentes de cambio... y en el peor de los casos, los verán engrosando el ejército de desempleados mientras sus famélicas familias sobreviven en la miseria... Creo que con un modelo como el que nos están imponiendo a lo más que podemos aspirar es a ser "instructores light". No se les olvide que ya no somos profesores ni maestros: somos facilitadores. Es para desternillarse de risa la banalización terminológica. Pero bueno, sigan escribiendo lindezas acerca del modelo y renuncien a su derecho a ser ustedes mismos a cuestionar su entorno y a innovar. En el fondo una postura así es más cómoda: te limitas a decir todo lo que quieren escuchar. Es algo como aprenderse el catecismo pedagógico. Aunque por esta vía quedemos anulados como educadores; porque en tal caso, no existiría ningún vínculo ético entre las ideas que expresamos, los esfuerzos cotidianos y la indigencia ontológica de nuestros estudiantes.
Feliz inicio de semana.

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