jueves, 24 de junio de 2010

Los estándares en la evaluación de los docentes

Es obvio que ningún cambio en educación, que sea digno de admitirse como positivo, puede efectuarse sin la profesionalización de quienes son los responsables directos de su concreción; es decir, los profesores. Acicateados por el alud de los requerimientos de intercambio comercial con otros países y regiones del mundo, los procesos formativos, actualmente, se enfilan por derroteros inexplorados. Así hemos venido transitando en los últimos años de metodologías tradicionalistas y verticales, hasta aquellas en las que el elemento central del proceso es el estudiante y en el que el quehacer del maestro, se orienta a la creación de las condiciones para que los alumnos desarrollen las competencias que están siendo exigidas por el entorno económico inmediato; y al cual -más temprano que tarde- habrán de integrarse. Por tal motivo, es necesario preguntarnos: ¿cuáles son los estándares necesarios en la evaluación de los docentes? ¿qué habilidades se consideran para que su intervención pedagógica fluya paralela a las demandas de la economía, el boom tecnológico y los signos de la posmodernidad? Ambas preguntas -por lo menos- ya han sido respondidas por aquellos que toman las decisiones educativas en nuestro país. La RIEMS es una prueba indubitable de ello. En virtud de lo anterior, quiero centrar mi análisis en la expresión concreta de los rasgos de que estará investido el perfil del docente y las cualificaciones requeridas en las posibilidades instrumentales de su acto pedagógico. De entrada, la intervención del maestro, tendrá un carácter orientador y transformante; eficaz y por lo mismo pertinente; actual, pero al mismo tiempo futurista. Las capacidades del profesor, en el panorama signado por las relaciones de competencia internacional y conforme a lo que he dicho, habrán de ser evaluadas mediante los estándares que propongo. Y bueno sería, que de las competencias deseables que -a modo de aspiración- he aventurado, pudieran inferirse los criterios que en determinado momento, serán susceptibles de medición en su desempeño profesional.

Será poseedor de una conciencia profesional y ética acorde a su tiempo; y a lo que las exigencias del entorno, demandan de su actuación y destrezas profesionales; y para devenir por consecuencia, en un actor social, cuya función y posibilidades operativas en el terreno de la educación, den los frutos esperados; para sí mismo y para las generaciones jóvenes sobre las cuales ejerce su influencia educativa e instructiva. Contará en su haber, con los estándares de habilidades mínimas indispensables para el manejo y operación de las nuevas tecnologías. Esto lo capacitará, para acceder de la forma más ágil posible a la sociedad del conocimiento. Imbuirá además en sus alumnos, la necesidad de mantener un proceso de actualización permanente en el uso y manejo de estas herramientas y de la tecnología en general. Pero también, tendrá un conocimiento teórico-práctico preciso, de las implicaciones del modelo educativo basado en competencias laborales; así como de las teorías psicológicas y educativas, que enmarcan conceptualmente su rol de mediación entre los contenidos y propósitos de aprendizaje y los saberes de los estudiantes. El profesor de EMS en los escenarios competitivos del mundo actual, será un sujeto innovador en el ejercicio de su práctica docente; por tanto, capaz de visualizar los diferentes problemas educativos, económicos y socioculturales de nuestro tiempo; construyendo propuestas alternativas que incidan en el cambio social y el mejoramiento humano. A través del proceso educativo, en el que concreta su función social cotidiana, creará las oportunidades indispensables para que sus alumnos asimilen conocimientos y generen otros; adquieran capacidad de análisis y de crítica respecto a su inmediatez. Para esto -el profesor- concebirá en su código ético, a la libertad como la premisa indispensable y el valor supremo mediante el cual, su práctica educativa, adquirirá un sentido radical, profundo y definitivo. Verá además, en los procesos formativos que proporciona la escuela, vías de inserción de sus alumnos al contexto económico y cultural. Pero no sólo en su connotación adaptativa, sino también como instrumento de liberación y comprensión del mundo en el que le ha tocado vivir; para transformarlo en un lugar más digno, en el que todos tengan la posibilidad real de experimentarse en tanto seres, a través de la interrelación y los intercambios humanos basados en el respeto, la justicia social y la aceptación de la diversidad.
Profr. Patricio Moreno Cuevas.

1 comentario:

  1. Prof.
    Cierto es que los docentes requerimos de ciertas capacidades para desempeñar nuestro trabajo, como también lo es, el hecho de que los avances tecnológicos creados por el hombre son tan ágiles que hacen ver al maestro como un ser con rezago. Como podremos enfrentar el reto de contar con profesores formados para estar a la vanguardia de los avances tecnológicos y las nuevas necesidades de formación de recursos humanos, si su propia formación se encuentra en rezago.
    La formación basada en competencias constituye un cambio en la concepción del ser maestro, al menos como se concebía anteriormente, brindar el apoyo a los alumnos para resolver una situación problemática, es algo a lo que no estamos acostumbrados, por lo que nos cuesta trabajo insertarnos en esta nueva corriente.

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